domingo, 29 de julio de 2012

VACACIONES...


En dos días tomaré un mes de vacaciones con mis peques, junto a mi hermana y su familia. Serán unas vacaciones con niños, sin otra meta que ir tras ellos, de parques o piscinas, disfrutando de la compañía de mi querida hermana. Rememorando viejos tiempos, en los que vivíamos a dos cuadras y nos juntábamos en la panadería para vernos las caras y merendar juntas.
Pero además, serán unas vacaciones que servirán también para trazar una línea -delgada y precisa- del final de esta enfermedad. Y aunque llevo las cicatrices recientes en mi pecho de la última de las operaciones (y pertenezco, quiéralo o no, al clan de la cicatriz...) me siento que, además de un pecho reconstruido que ostenta su pezón (oh maravilla!!) he cerrado un ciclo.
No se imagina uno toda la energía que se pone -y se lleva- esta enfermedad, y todo el esfuerzo que supone. No sólo uno no se la imagina, sino que no se la siente -toda esa energía escapando-, tan empeñados como vamos en superar la siguiente prueba... tan concentrados, tan parados en el momento presente. Por eso, luego de mi última operación, apenas superados los primeros días, cuando comencé a sentirme mejor de los puntos y la herida, caí en cama con un virus que me dejó patitiesa por tres semanas. No era de dolor en los huesos, no era de fiebre ni vómitos... era de un cansancio imposible de describir. Y así estuve tres semanas, sintiendo que la mejoría era leve, preocupada por si era un rotavirus, una mononucleosis, un dengue.
Hasta que de pronto, salió el sol en mis ojos, y a pocos días de mi viaje, me voy acomodando de nuevo a mi cuerpo. Al cuerpo de siempre. A la Sonia de antes.
Así que me tomaré estas vacaciones como un punto y aparte, esperando de ellas lo que sé que van a darme: hermoso tiempo presente...

martes, 3 de julio de 2012

Ya en casa...


De nuevo en casa, luego de la operación de reconstrucción del pezón y simetría de las mamas. Ha sido una recuperación bastante rápida, así que en dos o tres días me libré de las sondas, y poco a poco van cicatrizando las heridas. Aún no me agrada del todo lo que veo en el espejo, pero sé que quedaron bien y me alegra haber pasado ya este capítulo.... así que puedo decir: ¡prueba superada!
Mis pequeños, como siempre, a ritmo desenfrenado. El domingo 8 de julio será el cumpleaños de Andrés, y como no quise arruinarle su cumpleaños postergando la fecha por mi post-operatorio, lo celebraremos, como siempre, en el jardín del edificio y veinte niños saltando sobre un colchón. Pediré ayuda para bajar y subir las cosas, y ahí estaré, haciendo el intento de que quede de lo mejor.
De la anestesia, les cuento que agarré una "mala nota" y me desperté con un mal humor increíble. De todo me quejaba: de las sábanas de papel de la cama, de que el médico se olvidó de quitarme una cicatriz de la espalda, del volumen del televisor, de que tenía sed y nadie me traía agua... en fin, que me volví una pequeña bruja. Gracias a Dios, el efecto pasó y al día siguiente poco a poco me llegó como un traje mi carácter de siempre.